Gabriel García Márquez (Aracata, Colombia 1928—) La prodigiosa tarde de Baltazar ( Los funerales de la Mamá Grande , 1962) La jaula estaba terminada. Baltazar la colgó en el alero, por la fuerza de la costumbre, y cuando acabó de almorzar ya se decía por todos lados que era la jaula más bella del mundo. Tanta gente vino a verla, que se formó un tumulto frente a la casa, y Baltazar tuvo que descolgarla y cerrar la carpintería. —Tienes que afeitarte —le dijo Úrsula, su mujer—. Pareces un capuchino. —Es malo afeitarse después del almuerzo —dijo Baltazar. Tenía una barba de dos semanas, un cabello corto, duro y parado como las crines de un mulo, y una expresión general de muchacho Pero era una expresión falsa. En febrero había cumplido 30 años, vivía con Ú...