INCIDENTE DE LA TAJADA DE SANDÍA 15 de abril de 1856
INCIDENTE DE LA TAJADA DE SANDÍA
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El 15 de abril de 1856 ocurrió en Panamá un sangriento enfrentamiento entre panameños y norteamericanos que la historia registra con el nombre de “incidente de la tajada de sandía”. Este incidente se debió a que un gringo borracho de los miles que transitaban por el istmo en dirección a la California, se comió un pedazo de sandía y luego se negó a pagar el real que costaba. Esta actitud del gringo de no pago generó una disputa personal entre el vendedor panameño José Manuel Luna y el norteamericano Jack Oliver que terminó en una trifulca armada entre estadounidenses y panameños con un trágico saldo de 15 norteamericanos muertos y 16 heridos y 13 panameños heridos y 2 muertos.
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El 15 de abril de 1856 ocurrió en Panamá un sangriento enfrentamiento entre panameños y norteamericanos que la historia registra con el nombre de “incidente de la tajada de sandía”. Este incidente se debió a que un gringo borracho de los miles que transitaban por el istmo en dirección a la California, se comió un pedazo de sandía y luego se negó a pagar el real que costaba. Esta actitud del gringo de no pago generó una disputa personal entre el vendedor panameño José Manuel Luna y el norteamericano Jack Oliver que terminó en una trifulca armada entre estadounidenses y panameños con un trágico saldo de 15 norteamericanos muertos y 16 heridos y 13 panameños heridos y 2 muertos.
Este episodio, que es expresión del estado de tensión que se
vivía en el istmo en aquella época, tuvo serias repercusiones en el campo
político, diplomático y económico tanto para el Istmo de Panamá como para la
Nueva Granada. Este acontecimiento se constituyó en el origen de las
intervenciones militares de Estados Unidos en Panamá. Fue, como dice el Lic.
Juan Antonio Tack, “el hito histórico a partir del cual Estados Unidos,
amparados por lo estipulado en el famoso artículo XXXV del Tratado
Mallarino-Bidlack, empezaron su práctica que rápidamente convirtieron en
costumbre, de interpretar, usar y abusar de sus prerrogativas contractuales,
relacionadas con asuntos del Istmo de Panamá de acuerdo con sus exclusivas
conveniencias del momento y problemas que se tratase”.
A continuación Narraremos como fueron realmente los hechos
de ese lamentable suceso de nuestra historia, en donde más que orgullo,
hablamos del deseo de justicia.
ANTECEDENTES
Panamá, ciudad
atrincherada y dividida:Barrio de San Felipe: Vivían los españoles y los
extranjeros de la clase dominante.El arrabal de Santa Ana y Calidonia: Vivían
los esclavos negros, los pobres libres (mulatos y mestizos).Tratado
Mallarino-Bidlack:Estados Unidos se compromete a garantizar la soberanía del
Istmo de Panamá, de modo que el tránsito de un mar a otro no sea interrumpido.
Las minas de Oro en California:Generaron tráfico de norteamericanos y europeos
por el istmo de Panamá.Construcción ferrocarril:Su construcción trajo
extranjeros, que cuando finalizaron sus trabajos permanecieron en el istmo y se
apoderaron de trabajos y plazas para el pueblo panameño.La revuelta del 19 de
mayo de 1850:Estados Unidos amenazó a Panamá de no protegerla, por el incidente
de un vendedor de periódicos que decían había robado quinientos o seiscientos
pesos.La guerra de los Boteros en 1851:Los aventureros que cruzaban el istmo
rumbo a California le quitaban empleo a los mulatos locales trabajando como
remeros en el Río Chagres.Panamá Estado Federal:Panamá quedó dividido en siete
departamentos: Panamá, Colón, Los Santos, Chiriquí, Coclé, Herrera y Fábrega
CONTENIDO
Era la mañana del 15 de abril de 1856. Todo parecía
transcurrir como un día normal en la Panamá atrincherada, bulliciosa y dividida
por una muralla, en la cual vivían los de adentro, la gente de intramuros, y
los de afuera, es decir los del arrabal.
Según cuenta el historiador panameño Ernesto J. Castillero
en su obra Historia de Panamá, entre las personas que arribaron a Panamá en esa
fecha con rumbo a Nicaragua para apoyar a William Walker a afianzarse en la
presidencia de esa nación, viajaba un estadounidense de nombre Jack Oliver.
Hasta entonces había calma hasta cuando este pasajero estadounidense, bajo los
efectos del alcohol, se enfrascó en una discusión personal con un vendedor
ambulante llamado José María Luna. La discusión surgió cuando Oliver se negó a
pagarle a Luna el precio de una rebanada de sandía, cuyo importe ascendía a la
suma de un real.
Ante los reclamos de Luna, Oliver lo amenazó con un arma de
fuego. Luna sacó entonces a relucir su cuchillo, y se desencadenó el desorden
mientras la multitud se ponía a salvo. Hubo un ataque indiscriminado en donde
se hicieron disparos, hubo heridos, muertos y provocó el saqueo y destrucción
de varios establecimientos de la ciudad.
Lo peor del asunto es que en esos momentos arribaba a la
estación del ferrocarril, donde se habían iniciado los hechos, el tren Illinois
que transportaba emigrantes provenientes de la ciudad de Colón, quienes también
se vieron involucrados en el pleito. La situación empeoró cuando la policía
granadina hizo acto de presencia e intentó controlar los disturbios. Los
estadounidenses se habían amotinado dentro del edificio de la estación y
respondieron con tiros al grupo uniformado que se vio obligado a actuar de la
misma manera.
Este hecho ocurrió por los alrededores del sitio que en la
actualidad ocupa el Mercado de Marisco. En aquellos días esa área era un
pantano, adyacente a los patios del ferrocarril, donde estaban los depósitos de
la compañía. A esa área le llamaban la Ciénaga, porque era insalubre. Más allá
se encontraba la Playa Prieta, que es la parte de la bahía de Panamá que hoy
aparece enmarcada por la Avenida Balboa.
El gobernador de Panamá en esos momentos era Francisco de
Fábrega, a quien le tocó enfrentar los desórdenes y evitar que la revuelta
tomara proporciones incontrolables, así como confrontar la actitud de algunos
estadounidenses, que se sintieron agredidos y ultrajados y pintaron el hecho
como una acción ``premeditada'' por parte de los panameños contra sus vidas,
integridad y propiedades en Panamá. Después de reclamos diplomáticos y de un
largo proceso para deslindar responsabilidades, Nueva Granada tuvo que asumir
la culpa por los daños causados y, ocho años después, pagar a Estados Unidos
una suma superior a los 400 mil dólares en oro como compensación.
Estados Unidos, sin embargo, no fue el único país que exigió
indemnizaciones. También lo hicieron Francia e Inglaterra, cuyos compatriotas
se vieron afectados.
Luego del incidente y con el propósito de investigar los
hechos y deslindar responsabilidades, el Gobierno americano nombró al Sr. Amos
B. Corwine, comisionado especial, quien en su Informe Oficial presentado a su
gobierno, tres meses después, recomendaba, entre otras cosas lo siguiente:
”... la ocupación inmediata del istmo de océano a océano por
Estados Unidos... a menos que Nueva Granada... nos convenza de su competencia e
inclinación para suministrar... adecuada protección y una amplia rápida
indemnización”. Señalaba además el Sr. Corwine, que las autoridades
neogranadinas eran incapaces de garantizar el libre tránsito por el Istmo de
Panamá, así como de proteger las vidas y bienes norteamericanos”. Y como era de
esperarse, el Gobierno americano acogió con beneplácito el informe e hizo
cumplir las recomendaciones del Sr. Corwine. Meses después, septiembre de 1856,
tropas americanas desembarcan en el istmo y se toman la estación del
ferrocarril. Además, Washington obligó a Bogotá a iniciar negociaciones a fin
de llegar a un acuerdo no solo para el pago de compensaciones económicas, sino
también para que el gobierno neogranadino adoptara una serie de medidas
políticas -militares en las ciudades terminales del ferrocarril.
Esta imposición de Estados Unidos se tradujo en la firma del
Convenio Herrán-Cass, de septiembre de 1857, mediante el cual Nueva Granada
aceptó su culpabilidad en los hechos de abril de 1856 y se comprometió a pagar
indemnizaciones por los sucesos ocurridos. Nueve años después, o sea en 1865,
el gobierno neogranadino pagó en indemnización las siguientes sumas:
195 mil 410 dólares por indemnizaciones derivadas del motín,
65 mil 070 dólares por otros reclamos nuevos,
9 mil 277 dólares por gastos de comisionado y
142 mil 637 dólares por intereses.
En total Nueva Granada pagó 412 mil 394 dólares como
compensación económica al Gobierno de Estados Unidos por la trifulca callejera
originada por los norteamericanos en territorio panameño. Esta es una lección
histórica que debemos recordar, pues esos sucesos se volverán a repetir y
siempre el agredido es el que carga con la culpa de lo acontecido.
La protesta de Totten
El superintendente del ferrocarril, G.M. Totten, había
enviado una nota de protesta el 18 de abril al despacho del gobernador Fábrega.
Protestaba Totten por el trato supuestamente vejatorio que se le había dado a
los ciudadanos estadounidenses de paso por Panamá, y los ``crímenes''
perpetrados por los panameños en su contra, entre los cuales contaba
asesinatos, robos, violaciones de mujeres y mutilaciones, aparte de los daños a
la estación del ferrocarril y a los edificios de estadounidenses afectados por
el motín del día 15.
Achacaba Totten la responsabilidad de esto a las autoridades
panameñas, al decir que, ``basta saber que existió un desorden y que faltando otros
medios, vino a ser un deber de las autoridades, cuando se ocurrió a ellas,
ejercer su influencia para contenerlo''.Totten, menospreciando los motivos de
la revuelta, señala que acudió a las autoridades panameñas para que sofocaran
el tumulto. Sin embargo, según su misiva ``aparece de testimonios intachables,
que V. E. ordenó a la policía que hiciese fuego sobre el depósito; que esta
orden fue obedecida; i que por esta tropelía muchos pasajeros fueron matados i
asesinados''.
La denuncia de Fábrega
Un día después, Fábrega remitió una escueta nota a Totten,
en donde le comunicó que le respondería únicamente al Gobierno de Colombia
``acerca de los injustos cargos que se ha avanza do usted a hacerme en dicho
documento, sin conocí miento propio de los hechos y confiando en informes que
no pueden considerarse imparciales''.
El 22 de abril de 1856, Fábrega le comunica al Poder
Ejecutivo de la república de Colombia el incidente del 15 de abril de 1856 y
comenta el contenido de la nota de Totten.
Allí incluye las declaraciones juradas de algunos de los
involucrados, como el propio Manuel Luna, y otros testigos presénciales, entre
estos algunos estadounidenses.
Al referir al secretario de Relaciones Exteriores
colombiano, acerca del incidente, Fábrega hace patente su indignación por las
acusaciones hechas por Totten, ``de pintar el desastre del 15 como un hecho
premeditado con el objetivo de robar y matar; que se trata también de afrentar
también a esta población'', acusándoles de haber promovido y perpetrado los
crímenes de aquella fecha, según el gobernador, para tratar de hacer caer las
autoridades del país ``i principalmente sobre mí, la responsabilidad de
aquellos hechos, por no haber procurado impedirlos''.
Añade Fábrega que ``el acontecimiento de que me ocupo fue un
hecho impremeditado y subitáneo, lo están diciendo todos los pormenores
relacionados en las declaraciones, entre las cuales se hallan las de algunos
empleados del ferrocarril, no solo demuestran lo impremeditado y subitáneo de
aquel acontecimiento, sino que dejan ver bien claro, que los causantes del
desorden fueron los mismos pasajeros que armados, como lo están ordinariamente,
de pistolas, hicieron uso de ellas en aquella ocasión, con la facilidad y
prontitud con que lo ejecutan casi siempre''.
``Los naturales, irritados al ser heridos y suponer muertos
a algunos de sus compatriotas, se abalanzaron sobre los agresores; y unos y
otros, movidos ya por la profunda antipatía de las dos razas, ya por la
necesidad de la propia defensa, se persiguieron, se atacaron y se dañaron
recíprocamente, prolongando la lucha por algo más de tres horas''.
“Refugiados en el Ocean Hotel, en el Pacific House (o sea
hotel de Mc. Farland), en la tienda de Mc. Allister, y en la casa de la
Compañía, todos o la mayor parte de los pasajeros que se hallaban por aquellos
lugares, y entre ellos los mismos que habían causado y fomentado el desorden, y
que desde los mismos edificios continuaban ofendiendo a los naturales ya
reunidos en considerable número, hubieron estos de forzar las puertas de
aquellos establecimientos, destruyendo cuanto encontraban a su paso, y dejando
abierto libre y ancho campo a los ladrones, que más tarde aparecieron en la
escena''.
``Porque fue después de lo más recio de la contienda, cuando
la atención de las autoridades y de la gendarmería estaba toda entera contraída
a salvar las vidas de los pasajeros, trasladándolos al pequeño vapor Taboga, a
la casa del Estado llamada de Washington, y a algunas de particulares; fue
entonces, digo, que empezó a ejecutarse el saqueo de las oficinas de la
Compañía i de los establecimientos comerciales que dejo mencionados''.
Los muertos
De acuerdo a la Gaceta del Estado del 3 de mayo de 1856,
trimestre 4. No. 40, el Incidente de la Tajada de Sandía por parte de los
panameños, hubo dos muertos: Lucas Prados y Apolinar N.; los heridos fueron:
Pedro de Obarrio Pérez, Juan Francisco Hernández, Mercedes Urriola,
Hermenegildo N., Manuel Marcelino Solanilla, Timoteo Polo, Juan Bautista Lazo,
Manuel José Jiménez, Juan Antonio Arboleda, José Nazario Villareal, Manuel José
Chávez, Juan Francisco Castillo, Ponceana N.
Por parte de los estadounidense los muertos fueron: Robert
Marks, de Pensilvania; Octavio Dubois, francés; N. Stokes, de los filibusteros
de William Walker; Alexander Sweet, de Maine y aparentemente hubo 11 muertos
más cuyos nombres se desconocen. Los heridos fueron: Teodoro Sabla, Nath
Preble, Patrick J. O. Neil y aparentemente hubo 13 más cuyos nombres se
desconocen.
La aguda tensión social en la ciudad de Panamá durante la
década de 1850 era tan patente que se convirtió en un lugar peligroso e
inestable. El conflicto claro y abierto entre los intereses estadounidenses y
panameños había convertido a la ciudad en un polvorín que podía estallar en
cualquier momento. Los estadounidenses, incluso, contemplaron la idea de
promover una invasión al Istmo.
Precedente
El incidente de la tajada de sandía no había sido el primero
en su género. Ernesto Castillero Calvo y los historiadores Celestino Araúz y
Patricia Pizzurno coinciden en registrar en sus recopilaciones históricas, que
en 1850 también se suscitó una trifulca por el maltrato al que sometieron unos
estadounidenses a un periodiquero panameño, a quien se le había acusado de
robo.
Sin embargo, los historiadores concuerdan en que en realidad
fue el incidente de la tajada de sandía el que sentó un precedente funesto en
las relaciones entre Panamá y Estados Unidos.
En primer lugar, la nación norteña consideró que las
autoridades de Nueva Granada no habían actuado a tiempo y por lo tanto, no
podían asegurar el libre tránsito por el territorio. Eso les sirvió de excusa
para tomarse la libertad de extender, por primera vez en Panamá, tropas a lo
largo de todo el istmo.
A partir de entonces, el tránsito de militares por Panamá
adquirió proporciones nunca antes vistas, a pesar de las protestas de las
autoridades de turno.
Estados Unidos también se consideró con el derecho a sugerir
ciertas modificaciones en el sistema de distribución gubernamental y a exigir
la jurisdicción de algunos territorios. Estas propuestas no fueron aceptadas
por el Gobierno de Nueva Granada que hacía lo imposible por resistirse a la
cada vez más presionante intromisión de Estados Unidos.
En aquel 1856 ya el Dr. Justo Arosemena mostró grandes
preocupaciones por la conducta de los norteamericanos en nuestras tierras: ``De
tiempo atrás, los hombres de la raza yankee que pasan por el Istmo o se
establecen en él -escribió entonces-, se afanan por suscitar dificultades de
todo género, a fin de hacer imposible en el Estado todo gobierno que emane de
los nacionales, y preparar y justificar, lentamente, un movimiento que dé por
resultado algún día la absorción del Istmo entero por Estados Unidos''.
Tales denuncias tomaban en cuenta que desde 1854 a 1857 se
puso en práctica el filibusterismo, forma piratesca de conquista, disfrazada de
iniciativa individual que contó siempre con el apoyo solapado del Gobierno
norteamericano. Su principal representante fue William Walker, un aventurero
del Sur de Estados Unidos, partidario de la esclavitud, quien incursiona en
Centroamérica haciendo la guerra a estas pequeñas repúblicas y proclamándose
presidente de Nicaragua.
El siempre recordado pensador y maestro Dr. Ricaurte Soler,
en su obra Panamá. Historia de una crisis, editado por Siglo XXI en 1989,
afirma que ``se encuentra documentalmente acreditado de que en Panamá existía
un generalizado sentimiento antifilibustero y una franca simpatía por la causa
de la soberanía nicaragüense, por lo cual el motín (del 15 de abril) puede ser
considerado como expresión de solidaridad con Nicaragua y reacción ante el
temor de acciones depredadoras por parte de los invasores físicamente presentes
en el Istmo''.
No debemos olvidar que en 1855 se había construido el
Ferrocarril Interoceánico. En 1846 Nueva Granada había negociado el Tratado
Mallarino-Bidlack con Estados Unidos para que este país le garantizara su
soberanía en Panamá. Al entrar con paso firme el capitalismo en Panamá, se
sostiene en Panamá, 1903-1970, ``nuestro país se convirtió en una pieza cada
vez más importante para aquella gran potencia''.
El temor por la absorción yankee que preocupaba a Don Justo
Arosemena, consideraba las mutilaciones del territorio mexicano desde la
conquista de Texas hasta las más recientes, en ese país cuya tragedia obedece,
según el refrán popular, a que se halla ``tan lejos de Dios, pero tan cerquita
de Estados Unidos''.
El 19 de agosto de 1865, luego de largas y penosas
negociaciones que culminan con la conclusión del Tratado Herrán Cass, Colombia
se vio obligada a pagar, para no ceder en dignidad ni soberanía, 412 mil 394
dólares oro, como indemnización por los acontecimientos del 15 de abril.
Confrontaciones como estas se producen, refiere Justo
Arosemena, cuando el fuerte ``no sabe respetar el derecho de los pueblos porque
sólo conoce las tradiciones de la conquista ambiciosa y de la intriga. Y es en
virtud de esa situación establecida entre dos pueblos -uno poderoso y audaz y otro
débil y honrado- que los intereses del Istmo de Panamá, los de Nueva Granada,
los de toda la América y todo el mundo comercial, están comprometidos
gravemente en la cuestión de Panamá''.
Y es que Panamá era en la mitad del siglo pasado, un
hervidero de comerciantes que venían de otros países y que se ubicaban por
todas partes, además de ser el paso obligado de todos los aventureros que se
dirigían hacia el norte.
La diversidad de culturas que se encontraban en un solo
punto hacía que las relaciones entre los territoriales y los buscadores de
tesoros, gente codiciosa y sin mucha educación, no fueran siempre cordiales.
Muy a menudo se suscitaban encuentros violentos que terminaban con heridos de
gravedad y hasta muertos de ambos bandos.
Para nadie era un secreto que los habitantes del istmo
sentían un rechazo especial por los visitantes estadounidenses que, por su
parte, tampoco dudaban en involucrarse en riñas y pleitos que ellos mismos
provocaban.
Por otra parte, eran los años posteriores a la firma del
tratado Mallarino-Bidlack (1846), suscrito entre Nueva Granada y Estados
Unidos, cuyo artículo 35 le daba a esta última nación el privilegio de
intervenir en el territorio para garantizar la neutralidad y el tránsito libre
por el istmo de Panamá. Una combinación de todos estos elementos estalló el 15
de abril de 1856 durante el famoso incidente de la ``tajada de sandía'';
probablemente el hecho, de los muchos que ocurrieron en aquella época, que más
resonancia tuvo en los inicios de la historia de intervención estadounidense en
Panamá. El incidente pasó a ser el primer hecho en el que los panameños
reclamaban sus derechos frente a los norteamericanos. Al conmemorarse los 143
años del hecho los niños capitalinos tendrán la oportunidad de revivir la
historia y aprender lo que sus lecciones enseñan.
Conclusión
Con los antecedentes del incidente de la tajada de sandía
pudimos observar que desde hacía varios años estábamos confrontando problemas
con los estadounidenses
También observamos claramente en este trabajo una de las
tantas veces que Panamá ha sido violada y, además, que los panameños podemos
defendernos muy bien solos, ya que no somos ningunos tontos, y no debemos dejar
intimidarnos por las grandes potencias.
Bibliografía:
Revista Loterías
Diario El Universal
Diario La Prensa
Infografía:
http://html.rincondelvago.com/el-incidente-de-la-tajada-de-sandia.html
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